
- Cuando retiraron el artefacto quedaron desperdicios al por mayor en el entorno
Ante la tardía respuesta de la Municipalidad de Viña del Mar para instalar las tradicionales bateas en los distintos barrios, a fin de los vecinos depositen allí los desechos voluminosos, la sola aparición de esta pesada estructura en la calle Habana con Rodríguez, detrás del Cementerio Católico de Caleta Abarca provocó un verdadero caos.
Apenas la batea fue instalada, alrededor de las diez de la mañana, llegaron hasta allí cualquier cantidad de vehículos de carga, especialmente camionetas, que fueron dejando muebles, televisores antiguos, antenas, maderas de distintas dimensiones, sanitarios, literas, cajas, estantes, mesas metálicas, plásticos diversos, colchones al por mayor, botellas de vidrio, restos de podas de árboles, ropa indeseable, escombros, cartones, etc.
A pesar de que dirigentes de la Junta de Vecinos de Caleta Abarca Alto manifestaron que este contenedor era para atender las necesidades del vecindario, aparentemente no fueron escuchados o eran muchos los residentes del sector que tenían bastante cachureo.
Ya a las tres de la tarde las camionetas descargaban cualquier cantidad de artículos y elementos en desuso mientras llegaban por otro lado lo que recolectan fierros, baterías, cartones, produciéndose encontronazos entre quienes dejaban y los que retiraban.
Pero ya cuando eran las seis de la tarde, vino cierta calma y eran tantos los elementos que sobrepasaban las dimensiones de la batea, que comenzaron a caerse a la vereda y a la calle. Se colmaron los espacios cuando arribaron dos camionetas con restos de ramas y troncos que depositaron a duras penas en las alturas.
Un colchón cubrió los últimos espacios y ahí aparecieron los animales.
Un gato se tendió a todo lo ancho para tomar algo de sol, el que solo se fue cuando un individuo trepó a las alturas en busca de algo que no encontró. Más tarde apareció otro micifuz pero no se sintió cómodo.
Pero también llegaron los perros que al ver tanta basura en el entorno removieron cartones, plásticos y envases de vidrio que resonaban en el piso. Más que nada esparcieron basura.
Hasta que aparecieron dos ratones, en medio del basural, los que salieron arrancando perseguidos por los perros y se metieron en el cementerio, donde hay guarenes, al por mayor y que de vez en cuando se ven de paseo por Habana. Al parecer esta pareja salió a vitrinear ante tanto movimiento en torno a una batea con tanta inmundicia.
Al día siguiente, cuando llegaron los operarios y el camión a retirar la batea, solo pudieron llevarse la carga completa y la que sobrepasaba las dimensiones del contenedor quedó esparcida en el lugar, ofreciendo un espectáculo ingrato para los residentes del sector.
Se advierte que de parte del municipio no hay una política sobre el uso y destino de las bateas, en concordancia con las juntas de vecinos.
Las bateas se han convertido en un basural porque no hay fiscalización.