30 de septiembre de 2025 21:58
  • Guillermo Herrera Figueroa, ex concejal de Puchuncaví

Al recordar el pasado histórico de Maitencillo, de inmediato aparece en el recuerdo, la figura de un médico, que, desde joven, llegó a este balneario a descansar, recrearse y compartir junto a los suyos como fue el doctor Pedro Vicente García Pizarro.

Construyó en la principal vía de acceso, su casa-habitación, y en forma colindante, una Gruta de Lourdes como lugar de oración y recogimiento que con el correr del tiempo fue un referente del sector y un aporte a la comunidad, y donde por años, al no existir capilla, se celebró la misa dominical.

Su venida a Maitencillo fue originada por una invitación personal que le formulara su amigo Ignacio Baltra del Canto, propietario del fundo Cerro Colorado, que había heredado de su padre Ignacio Baltra Vargas.

Durante los años que el señor Baltra tuvo a su cargo el fundo, y único propietario del este extenso predio, continuó con la tradición familiar de aprovechar al máximo las vertientes que servían para la crianza de ganado vacuno, y para el riego de algunas siembras; en cuanto a la agricultura, su principal interés radicó en las exitosas siembras de lentejas, que una vez cosechadas, las enviaba, vía marítima, a Valparaíso, para ser exportada al extranjero.

Sin embargo, el desarrollo principal de Maitencillo, surgió como resultado del gran incentivo urbanístico que, en 1913, dio don Ignacio Baltra del Canto, al haber proyectado un loteo en el sector costero del fundo, cuyos sitios se extendían desde el mar hasta el cerro, que lindaba con el referido predio.

Así transformó notoriamente la apacible y pastoril vida de playa, en un lugar, que años más tarde, pasaría a constituir un balneario de primer nivel de la comuna de Puchuncaví, y, por ende, de la zona central del país.

PRIMERPS VERANEANTES

Cabe recordar que los primeros veraneantes que llegaban a Maitencillo, en su mayoría provenientes de Santiago, viajaban en tren, hasta La Calera, para luego transbordar al “Longitudinal Norte” y bajarse en la estación de FF.CC. de Catapilco. En este último lugar esperaban a los pasajeros, y el respectivo “cargamento”, coches que eran tirados por caballos que transitaban por senderos de peligrosa topografía, a través de “El Cajón” del estero de Catapilco o La Laguna, que, en parte, corresponde a la actual carretera que une a la Ruta F30E con la Ruta 5 Norte.

Con este innovador loteo de parte del propietario del fundo, permitió abrir un espacio atractivo que comenzó atraer a profesionales, empresarios, funcionarios públicos, etc., de preferencia con residencia en Santiago, quienes, al adquirir sitios, comenzaron a construir sus casas de veraneo junto al mar, haciéndolo más atractivo. Entre los adquirentes estuvo el doctor Pedro García Pizarro.

El doctor García había nacido en la localidad de Barraza, Provincia del Limarí, el 18 de febrero 1873. Era hijo de campesinos, dueños de pequeños terrenos, que su propia familia cultivaba. Con su afán de superación, su madre doña Carmen Pizarro, logró que sus dos hijos fueran profesionales: Alejandro, ingeniero civil, quien murió en la flor de la juventud, y Pedro, médico.

Concluidos sus estudios de medicina en la Universidad de Chile, contrajo matrimonio con doña Trinidad Pica de García, de cuya unión matrimonial nacieron sus catorce hijos, entre ellos: Pedro, Víctor, Alejandro, Marta, María, Renato, Marcial, Jorge, Trinidad y Emilio, todos, continuadores de la senda iniciada por su padre, no solamente por su compromiso con los principios por el sustentados sino también por el innato arraigo, que en los hechos tuvieron y demostraron por Maitencillo.

VOCACIÓN CRISTIANA

El doctor García fue formado en su seria y valiente vocación cristiana por el célebre obispo chileno, don Ramón Ángel Jara Ruz, quien periódicamente juntaba a su alrededor a un grupo de jóvenes generosos para sembrar la semilla de la justicia social que había lanzado al surco, el anciano luchador de ideas juveniles como fue el Papa León XIII con la encíclica Rerum Novarum, publicada en 1891 por el Papa León XIII, y refrendada posteriormente por la encíclica Quadragésimo Anno, en 1931, por el Papa Pío XI.

El doctor Pedro García después de haber ejercido profesionalmente en diferentes establecimientos hospitalarios del país como el Hospital Barros Luco de Santiago, San Javier de Loncomilla, San Felipe de Aconcagua, Hospital de Chuquicamata, terminó sus últimos días de su vida en el balneario de Maitencillo, falleciendo un 20 de julio 1952, a la edad de 79 años.

Con relación al doctor García y Maitencillo merece destacarse que su presencia representó para muchos vecinos de esta comuna: salud. A su calidad de joven profesional, unió siempre su compromiso social y cristiano.

ATENCIÓN GRATUITA

Su residencia en Maitencillo, en la temporada de verano, se transformaba en una “Posta de Salud”, atendiendo a todos aquellos que recurrían a su atención profesional, en forma gratuita.

De lo contrario, montaba en su caballo alazán, y se trasladaba a diferentes lugares, aunque fueran apartados, llevando consigo el clásico maletín de médico que contenía instrumentos que le eran propios, elementos de primeros auxilios y algunos medicamentos que entregaba gratuitamente a sus pacientes.

Aún se le recuerda su presencia, y su encomiástico y positivo actuar en las localidades de La Canela y La Quebrada cuyo recorrido lo iniciaba en La Laguna bordeando el estero La Canela por la servidumbre de paso o de tránsito “Los Cóguiles” hasta llegar a su lugar de destino.

De esa manera este recordado profesional cumplía a la perfección su oficio de médico cristiano.

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