
- Era una mujer autovalente, que prodigaba atenciones en enfermería, visitaba a las amigas, compartía su afecto con la comunidad y que siempre se mostraba alegre y vivaz
La muerte de la vecina Marina Isabel Alcaíno Rosales, a los 98 años de edad, que recorría el barrio de Recreo, provocó un fuerte impacto en la comunidad local.
Era autovalente, visitaba a las amigas, iba de compras, saludaba a los vecinos, recorría el barrio y siempre se mostraba alegre y vivaz.
De acuerdo a lo señalado por su hija Yanira, su madre llegó el año 1962 a la calle Roma, próximo al Cementerio Parroquial de Caleta Abarca. Allí se instaló con su esposo Héctor Díaz Peredo, técnico en refrigeración que murió hace 14 años, y sus dos hijos.
El matrimonio llegó a una casa antigua, que la compraron con gran esfuerzo a la cual le hicieron numerosos arreglos para constituir un hogar placentero.
Fue una dueña de casa ocupada de la familia y del bienestar hogareño, pero asimismo se relacionaba con el barrio en su constante ir y venir por el territorio.
Tenía estudios básicos de enfermería, cuyos conocimientos le sirvieron para que la comunidad accediera a sus atenciones, ya sea para alguna inyección, una curación de heridas o una indicación preventiva, lo que le valió un reconocimiento a su actitud solidaria y de voluntariado.
También era talentosa en el tejido y en los menesteres del hogar. Ella fue la reina de la cocina y de los postres exquisitos, del que todos la adulaban, ya que compartía su producción con su familia y vecinos.
La comunidad la identificaba como una vecina muy querida, humanitaria y cariñosa como lo relató Felipe Martínez, del kiosco de diarios de Portales con Unión, ya que siempre lo sorprendía con una atención alimentaria. Aunque se resistía, ella le señalaba con cariño y afecto que lo hacía para que pudiera sobrellevar o soportar, ya sea el frío o el calor, lo que él agradecía de mil maravillas, lamentando su deceso, ya que siempre la veía recorrer el sector sin ningún problema. Él mismo la comparó con el vecino Miguel Aros Ramírez, que falleció hace un par de meses
Su hija Yanira agradece las expresiones de cariño hacia su madre que era considerada una muy buena persona, querida y respetada. Resaltó su personalidad, su sabiduría de vida y caracterizarse por llevar una vida que se manifestó por saludar y compartir con los vecinos, disponer de su tiempo con personalidad y austeridad, para ir de compras, recorrer el barrio e impregnarse de lo que ocurría en el entorno.
Ella gozó de buena salud y así lo reconocieron quienes estuvieron y compartieron con ella al verla siempre por Roma, Portales y entorno.
Y tal como lo dijo ella “espero morirme con las botas puestas”.
Su hija Yanira, agradece las muestras de cariño, afecto y estímulo, los que han estado presentes hasta ahora tras los funerales efectuados con la sepultación de Marina Isabel Alcaíno Rosales en el Cementerio Parroquial de Caleta Abarca.