- Vanessa Pía Musso Cárcamo, abogado.
Es un privilegio haber nacido y permanecer viviendo en una ciudad costera.
Este espejo azul, con su extensión inconmensurable, ofrece beneficios invaluables, tanto para el planeta como para quienes lo habitamos, dado que es esencial para regular el clima global, actuando como pulmón de la Tierra, absorbiendo alrededor del 30% del dióxido de carbono producido por los seres humanos, generando más del 50% del oxígeno que respiramos y siendo la mayor reserva de biodiversidad del mundo.
El mar está en movimiento constante; a veces, absolutamente calmo y en otras ocasiones con corrientes fuertes y marejadas, cambiando de tonalidades que pasan por grises, azul intenso hasta el verde turquesa, lo que crea un escenario de belleza, pero a la vez es una fuente de sustento para millones de personas por la gran cantidad de alimento que se extrae de él.
El mar también es un refugio para la salud física y mental, provocando efectos positivos en el bienestar de las personas:
- Físicamente, nadar en agua salada estimula la circulación, mejora la respiración y fortalece el sistema inmunológico, lo que acompañado de las caminatas por su orilla activan músculos, articulaciones y mejoran el equilibrio.
- Mentalmente, contemplar el mar reduce los niveles de estrés, ansiedad y depresión. Su sonido actúa como una forma natural de meditación, generando un estado de calma profunda. ¿Quién no ha sentido paz al mirar el mar?
Cuidar el mar es cuidar la vida. Todos podemos contribuir a su preservación, partiendo con pequeñas acciones individuales hasta decisiones colectivas en políticas públicas.
El mar nos da aire, alimento, belleza y salud. Es espejo de la naturaleza y de nuestras emociones. En estos tiempos de prisa vale la pena detenerse un instante y volver la vista hacia él para admirar el vaivén eterno de las olas.