15 de agosto de 2025 05:53
  • Hernán Castro Dávila

 

En medio del diagnóstico tantas veces repetido sobre el abandono y la inseguridad del centro de Valparaíso, la intervención realizada en las inmediaciones del Mercado Cardonal aparece como una señal potente de que el rumbo sí puede cambiar cuando hay voluntad política, coordinación institucional y, sobre todo, compromiso ciudadano.

El ordenamiento del eje Uruguay y el perímetro del mercado no es solo una medida administrativa más. Es un punto de inflexión. Porque en un espacio que durante años fue símbolo del desborde del comercio ambulante, la congestión vehicular, la inseguridad y el deterioro urbano, hoy se respira un aire distinto: el de la recuperación de un lugar emblemático para la vida cotidiana de los porteños.

Los efectos positivos no han tardado en manifestarse. Locatarios históricos de El Cardonal, como su presidente José “Pepe” Allende, han celebrado con entusiasmo este nuevo escenario, señalando que las ventas han aumentado en un 50%.

Pero más allá de las cifras, hay un dato aún más valioso: el regreso de los clientes habituales, de los vecinos que vuelven a confiar en su ciudad y en sus espacios públicos. El mercado, dicen, “volvió a ser lo mismo de antaño”. Y ese “antaño” no es nostalgia, es identidad. Es memoria viva de una Valparaíso que se niega a desaparecer.

La presencia sostenida de Carabineros, PDI, inspectores municipales y funcionarios del Gobierno Regional, ha sido clave en esta transformación. Las más de 1.700 fiscalizaciones, las decenas de infracciones cursadas y el control riguroso son parte de una estrategia de intervención que demuestra que el estado puede —y debe— actuar donde la ciudadanía lo reclama.

El liderazgo de la alcaldesa Camila Nieto, articulado con los mandos policiales y autoridades como el subsecretario de Seguridad Pública, ha sido fundamental para marcar este giro en la forma de gobernar el espacio urbano.

Pero que nadie se confunda: esta mejora no es el resultado de una operación relámpago. Es la consecuencia de una decisión política sostenida y de un trabajo coordinado que debe proyectarse en el tiempo. El desafío ahora es no retroceder. Lo que se ha logrado en El Cardonal debe ser replicado en otros puntos críticos del Plan de Valparaíso. Porque si El Cardonal pudo volver a ser el corazón palpitante del comercio local, el resto del centro también puede volver a la vida.

La intervención en El Cardonal no solo ha devuelto dignidad al mercado y su entorno. También ha devuelto esperanza a una ciudad que muchas veces ha sentido que se la dejó sola.

Hoy, Valparaíso tiene una nueva oportunidad para recuperar su rostro más humano y vibrante. No la dejemos pasar.

 

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