15 de agosto de 2025 05:49
  • Hugo Alcayaga Brisso, periodista

 

Aunque la Izquierda se impuso con holgura en las recientes primarias y la candidata Jeannette Jara sigue ganando terreno en las encuestas, pareciera que la Social Democracia pretende quedarse de nuevo con una victoria que no le pertenece en un intento que sería penoso para las mayorías que desde hace largos años esperan por cambios estructurales en la sociedad chilena.

A pesar de encontrarse disgregada, la Izquierda tiene sus objetivos claros, es coherente, desestima la demagogia y su propósito principal es dar mejores condiciones de vida al pueblo y la clase trabajadora, asegurando sus derechos sociales y sus expectativas de desarrollo, todo ello a partir de una Constitución política democrática en lugar del fraude militar vigente desde 1980.

La tendencia social demócrata ha estado presente en la mayoría de los gobiernos de la post dictadura: surgió con la hoy desaparecida Concertación y luego estuvo en la Nueva Mayoría y en el actual Socialismo Democrático que se hace llamar de “centro Izquierda”. En realidad, ésta no tiene relación alguna con la Izquierda, no es cercana a la gente, solo está ahí porque es más fácil ubicarse al centro, y su mayor afinidad está con la centroderecha.

Los sectores centro conservadores están cómodos con el pinochetismo que todavía no sale de la sociedad, con la Carta Magna castrense, el modelo neoliberal que consagra las desigualdades, la supremacía del mercado sobre el estado y las transnacionales que se apoderaron de los recursos naturales y los servicios básicos de la población. En 35 años que incluyeron cinco gobiernos concertacionistas, nada de ello ha sido alterado.

Fueron esos sectores los que neutralizaron el proyecto transformador del presidente Gabriel Boric desde que inesperadamente llegaron otra vez a La Moneda. Boric prefirió convocar a las cúpulas de determinados partidos en lugar de apoyarse en las fuerzas populares que venían de protagonizar memorables movimientos callejeros como fueron “No más AFP” y luego el estallido social, multitudinarias manifestaciones que molestaron y atemorizaron a la oligarquía y a quienes se encuentran a su servicio.

Las demandas de las masas empobrecidas se diluyeron en el tiempo, porque no fueron acogidas por la casta política decadente presionada por los dueños del dinero. Una nueva generación con las manos limpias accedió al gobierno, pero sus propuestas refundacionales no alcanzaron a ponerse en marcha al ser contenidas por políticos acomodados al sistema y contrarios a los cambios.

La ciudadanía teme que ahora pueda producirse algo similar. En las primarias ganó la Izquierda con amplia ventaja sobre el Socialismo Democrático (60,17% contra el 28,07% de los votos emitidos), pero hay acontecimientos que anticipan que lo aprobado por el electorado en junio no llegará a los comicios presidenciales de noviembre.

Sobresalen en este sentido los seudo izquierdistas como Landerretche, ex ejecutivo de Codelco que no sólo agravió y difamó al mundo popular, sino que luego ha anunciado que no votará por Jara y que se dispone a votar nulo. Jamás apoyaría a nadie de militancia comunista, porque así lo determina la sociedad conservadora.

Tienen razón quienes opinan que Landerretche es la cara más representativa de la miseria política de la renovación socialista. Ante un escenario donde la contra es abiertamente pinochetista, prefiere anular porque la candidatura respaldada por su propio partido no comulga con su ortodoxia neoliberal.

Lo propio ocurre con una señora de apellido Piergentilli, ex presidenta del PPD un partido sin ideología ni principios y que es todo un símbolo del “socialismo democrático”. Ella ha declarado que está en duda su adhesión a la abanderada de la Izquierda. También ha tomado distancia el ex ministro Eyzaguirre y la ex candidata Tohá no aparece por ninguna parte.

Las presiones llegan a tal punto que han demorado más de la cuenta la constitución del comando de Jara, militante del PC desde niña. Por sus ideas de avanzada no están en el comando el ex alcalde Daniel Jadue y Fernando Carmona, este último un joven economista que encabezó el programa del sector en la campaña previa a las primarias.

En años anteriores Chile tuvo una destacada generación de políticos de Izquierda que encabezó el proyecto popular que gobernó por menos de tres años y que fue derrocado por el imperialismo yanqui y la oligarquía criolla a través de las FF.AA. golpistas. Formaban parte de esa generación el presidente Allende junto a Altamirano, Almeyda y Tohá y otros cientos de miles de socialistas de verdad, junto a comunistas como Corvalán, Volodia y Gladys Marín y tantos otros. Todos ellos constituyeron una Izquierda triunfante para favorecer al pueblo y la clase trabajadora. Por vergüenza, a ninguno de ellos se les habría ocurrido pensar que podían ser de una trémula y vacilante “centro Izquierda”.

La Izquierda tiene en Chile una imponente trayectoria de lucha y valor en favor de las mayorías vulnerables, por una democracia plena y la necesaria igualdad. Lo contrario sería ponerse del lado de los enemigos del pueblo, el pinochetismo, el imperio yanqui y los dueños del dinero, sus políticos y sus medios que siempre han tratado de someterlo y reducirlo.

En su mensaje de saludo a la candidata Jara, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, lo dijo todo: “Sería terrible caer otra vez en manos del fascismo”.

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